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James Watson, un RRR¹ hecho y derecho

Dos noticias que leí hace unos días, ponen de relieve, por lo menos para mí, la relación entre Política, Universidad y la tan cacareada neutralidad u objetividad de la ciencia y los que la producen.
La primera parece salida del catálogo del perfecto provocador: James Watson el famoso genetista que descubrió la estructura del ADN junto a M. Crick declaró que «era pesimista con respecto al futuro de África». ¿El motivo? Pues que

todas nuestras políticas sociales están basadas en el hecho de que su inteligencia es la misma que la nuestra mientras que todas las pruebas indican que no es así.

El inefable Watson ya tiene otras perlas en su haber, como cuando señaló en los ’90, que se debería dar la posibilidad de abortar a las mujeres si, en los análisis preparto, se descubría que el futuro hijo iba a ser homosexual (!!). Lo que se dice un dechado de (in) corrección política.

Todo esto no sería más que una anécdota más o menos risueña, o enojosa, según el observador de que se trate, teniendo en cuenta que el mencionado biólogo ya es casi inimputable (tiene casi 80 años y, a juzgar por las fotos actuales, posee una mirada que no transmite demasiada lucidez), si no fuera por la posición académica que aún tiene (o tenía).
Si a esto se añaden las versiones que siempre han rodeado la forma en que se le otorgó el Nobel y los métodos con los que hizo su descubrimiento, tendremos la completa radiografía de lo que en ámbitos menos científicos se conoce como “trepador”.

Parece que gran parte de los méritos del tal descubrimiento le fueron sustraídos con malas artes a Rosalind Franklin, amparándose Mr. Watson en una trama de sexismo y amiguismo, que por lo visto campa a sus anchas todavía en los campus. En fin, nada que no pase actualmente en otros ámbitos, eso sí, con menos hipocresía y menos apelaciones al objetivismo.

La segunda es un poco más cercana, por lo menos geográficamente hablando: como bien cuenta Ricardo Galli en su nuevo blog, le han sugerido en la UIB esto es, la Universitat de les Illes Balears, su lugar de trabajo desde hace años, que “retire un apunte” en el que se hacían críticas a un “Observatorio” de Internet.

Galli, cuyo currículum es bastante extenso e impresionante, sobre todo en ámbitos del Software Libre, había osado desenmascarar a un “experto” cuya página recurre a burdas maniobras para ganar algo de dinero. Como protesta a la “sugerencia” , Galli se fue dando un portazo metafórico: no sólo retiró el apunte, sino que directamente dejó “abandonado” el blog, ya que considera acertadamente, que es un caso de censura flagrante, agravado además porque proviene de una institución, la Universidad, que en los papeles, debería abogar por la libertad de expresión.

El “experto” mientras tanto, se ha dedicado a recorrer todos los blogs habidos y por haber que hayan recogido el caso (se entiende que con un buen tráfico, no como el de un servidor, que no cree que vaya a recibir su “experta” visita 🙂 ), para, alternativamente lloriquear o proferir amenazas.
A pesar de las innumerables muestras de solidaridad, las autoridades de la UIB, parece que han hecho oídos sordos: nunca terminaron de aclarar el porqué de la “sugerencia”
y mucho menos, la han retirado.

Todo lo cual motiva las amargas reflexiones de RG:

Nunca se me ocurrió pedir que la UIB avalase o diese respetabilidad a mis opiniones, sólo que no me impidiese tenerlas y publicarlas, como es el principio de cualquier universidad moderna. Tampoco la UIB es “responsable” de las opiniones mías, para eso existe la libertad de expresión, la de cátedra, y la LSSI…Los artículos científicos también son fundamentalmente artículos de opinión, que además siguen criterios y métodos para fundamentarlos. Los artículos científicos son “avalados” por sus autores (y el peer review), no por la institución en la que trabajan, esta última no puede tener injerencia sobre lo que publican sus investigadores y esto prácticamente ni se discute –o eso es lo que se espera.
Considero, y no soy el único, que la sociedad nos paga para que también opinemos honestamente y sin restricciones más allá de las legales sobre aquellos temas que sabemos…

La sociedad debería un mínimo de confianza en que nuestra opinión es razonablemente experta, honesta y libre de presiones. Esto último es/era mi “activismo”. Aunque no me lo esperaba de mi universidad, ahora creo que queda claro que hace falta mucho más.

Pero si quieren que seamos como una empresa “a la vieja usanza”, que controlan qué es lo que publica cada uno de sus empleados tendrían que aclararlo, especificarlo en los contratos, modificar los estatutos, redactar las normativas, dejar de llamarle “universidad”, estar bajo el mismo régimen jurídico-mercantil-laboral de las empresas, y no quejarse cuando nos quieran privatizar o indicarnos qué deberíamos investigar o publicar y qué no.

Creo que Galli, si es culpable de algo, es de haber sido excesivamente optimista en cuanto a las posibilidades de libre expresión en su institución. En los tiempos que corren (y en anteriores también) es imposible sustraerse a la presión del dinero y de los intereses que se mueven en torno a él. El viejo capitalismo, bah.

Para vos, Ricardo, mi sincera solidaridad.
Para usted, señor Watson, mi absoluto desprecio.

¹ Recontra racista y reaccionario

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