Situada en la comarca del Garraf a 36 km. de Barcelona, Sitges es una población que tiene aproximadamente 25000 habitantes. Su economía es básicamente turística y tiene una oferta impresionante en este terreno. Como nota de color se puede apuntar que en la Wikipedia aparece como una población española (?) y gay (??). Yo diría que sus habitantes se sienten más catalanes que otra cosa. En cuanto a lo de gay, creo que es debido a la tolerancia de los lugareños y a la acogida que brindan al turista, sin distinciones de elección sexual. 
Su casco antiguo es, como en muchas ciudades de su antigüedad, bellísimo y si a eso añadimos que tiene una línea costera con agradables playas y sol durante casi 300 días al año, se comprende perfectamente que sea uno de los destinos turísticos famosos de Europa.
Pero el sello distintivo por lo menos para mí (y unas cuantas hordas de fanáticos), es que durante 10 días al año, en el mes de octubre, se celebra el Festival Internacional de Cinema de Catalunya.
Conocido en sus primeros tiempos como Semana Internacional de Cine Fantástico y de Terror, mutó luego en Festival de los mismos géneros, luego se le sacó el de terror y ahora no lleva género alguno en el título, aunque claramente predominen en su contenido.
Toda la obra de Takashi Miike, la de Tarantino, 
películas de Herzog, Cronemberg, Johnny To, Chan-wook Park, D. Lynch y un larguísimo etcétera se han estrenado en él. Sin lugar a dudas, desde que me enteré que existía Sitges (el festival, la ciudad no tenía ni idea), allá por los últimos ‘80s, siempre fantaseaba con estar allí, gozando (y cagándome de miedo, con suerte) con pelis de esas que la crítica “seria” (por lo menos de aquellos años), menospreciaba.
Cómo no va a ser bueno un Festival que le otorga premios a The Hidden, o a Henry. Que estrena A History of Violence, Breaking News, Election y, este año, Grindhouse, en la que es (creo) la única oportunidad de verla completa para nosotros, ciudadanos allende los USA, a contramano de los capricho$$ de los nunca bien ponderados hermanitos Weinstein.
En fin, larga vida a Sitges y su Festival, se ponga el nombre que se ponga.
