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La pesadilla de Andy Roddick

Andy Roddick me cae bien. Es el típico joven estadounidense que nos venden los anuncios: luchador, sonriente, bobalicón ingenuo y con coraje para las grandes batallas. Me causa gracia también su fórmula para contrarrestar las derrotas: se va de birras en compañía de su entrenador, el gran Jimbo
Hasta cierto punto se asemejan. El revés a dos manos, la fortaleza de piernas, ir siempre adelante sin dejarse intimidar por el rival…Jimbo debe ver en su pupilo la imagen de lo que él mismo fue y sufre y se emociona con cada triunfo y cada derrota. Pero entre ambos hay una diferencia. En la época de Jimbo, cuando él llegó a ser número 1 (por muchas semanas además), había un núcleo de jugadores fantásticos: Borg, Vilas, Nastase, Gerulaitis, Big Mac (aunque este último era más joven)…ahora en cambio, en la época de Andy, no hay tantos prodigios.
Pero está Dios. Y con él le tocó jugar el miércoles en el US Open. Roddick desplegó un tenis fantástico, de ataque, con constantes subidas a la red, pero, enfrente estaba…Dios. Sacó como un tigre Andy, con saques que superaron los 225 km/h y que además eran angulados y con efecto, pero, lamentablemente, del otro lado estaba Dios.

Durante 14 juegos Roddick no concedió ni una sola bola de break, perdiendo los dos primeros sets en el tie break. Pero, repito, Federer o sea Dios, lo aplastó en el tercero, cuando desesperado, ya sin saber qué hacer, mirando a Jimbo en todo momento, Andy, el muchacho afable, se derrumbó. Las estadísticas hablan por sí mismas: en 15 enfrentamientos, Roddick sólo ganó uno. Federer ha ganado los útimos 10. De 11 tie breaks jugados entre ambos, Roger ganó 10 (los últimos 6, además). Roddick cada vez juega mejor en sus enfrentamientos personales, pero Federer…es Dios.

Mala época le ha tocado en suerte a Andy Roddick.

 

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